El 24 de febrero de 1979, seis meses después de haber concluido el régimen balaguerista de los 12 años y haber ascendido al poder el presidente Silvestre Antonio Guzmán Fernández, el Secretario de las Fuerzas Armadas, Teniente General Adriano Valdez Hilario, rechazó la solicitud que hicieran familiares del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó y sus compañeros, de que sus restos fueran localizados y llevados al Panteón Nacional, alegando que no era oportuna tal acción.
Ya antes el líder del Partido Revolucionario Dominicano, Dr. José Francisco Peña Gómez, había manifestado su oposición a una solicitud que en ese mismo sentido hiciera en octubre de 1978 el presidente de la UPA, Franklin Franco, expresando que no era conveniente al momento político nacional y que podría promover una desestabilización del gobierno y de las Fuerzas Armadas.
Estas negativas fueron respondidas con nuevas solicitudes, una el 17 de febrero de 1980 y otra el 21 de febrero de 1981. A la primera, el presidente Guzmán respondió que «para trasladar los restos del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó al Panteón Nacional es necesario la realización de un sondeo serio de opinión pública en el que deben intervenir la Academia Dominicana de la Historia y otras organizaciones e investigadores históricos» y a la segunda, el presidente Guzmán y el Secretario de las Fuerzas Armadas, Teniente General Mario Imbert MacGregor, respondieron que desconocían donde se encontraban los restos de Caamaño y sus compañeros.